Pasión por contar

FUENTE: Artez, la revista de las artes escénicas 

XIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE NARRACIÓN ORAL Cuenta con Agüimes

Conocido como Félix Albo, lleva catorce años dedicándose a contar sus historias por todo el país. Actualmente cuenta solo aunque era la mitad del grupo Albo junto con Pablo Albo. Sus historias son “retales de gente, personas de aquí y de allá que por lo que te hacen sentir, siempre resultan mucho más cercanas de lo que a simple vista parecían”. Él mismo afirma que la decisión de dedicarse a contar como profesión no la toma uno, sino que la pasión por algo que a uno le gusta va haciéndose un hueco en su agenda, y ese hueco cada vez es mayor, “y así decides un día vivir de ello, pero realmente te quedaban pocas alternativas”.


En su caso, la pasión por la narración oral surgió la primera vez que contó ante un público adulto junto al grupo Albo. “La sesión, seguro, que ahora me parecería horrible, pero me dio la oportunidad de descubrir algo que creí revolucionario y mágico en ese momento. El hecho de que un grupo de personas adultas de distintas edades y desconocidas entre si, se hubieran reunido en un lugar concreto a escuchar historias me pareció sorprendente. Estaban dispuestas a escuchar historias, cuentos. A escuchar la voz y las palabras de alguien también desconocido”. Este hecho, aún hoy le fascina, “ese grupo, junto a la persona que cuenta se dejan llevar por el camino que dibujan las palabras de la historia y juntos se emocionan: suspiran, se asustan, se alivian, abren los ojos como platos, tensan el silencio, se sienten mal o revientan a reír. Juntos, por una voz”.

El cuento que presentará, lleva por título Yayerías y es una fiel muestra de las narraciones que acostumbra a contar Félix Albo. “Mis cuentos se basan principalmente en lo cotidiano. En ellos ocurren cosas que a cualquiera le pueden haber pasado. Quizá lo sorprendente es el punto de vista desde el que se cuentan, un punto de vista que juega siempre con el buen humor, con la ironía, la inocencia, lo tierno, lo hiriente, lo actual, el misterio, el amor...”.
Aunque las historias que ocupan su repertorio infantil son de autores de álbumes ilustrados que siempre lleva con él, afirma que sus propias narraciones, cada vez más, se van haciendo su propio hueco ocupando una parte importante en sus sesiones. “En el adulto ya lo han conseguido y rara es la historia que cuento que no es mía, aunque alguna gustosamente queda”.
Albo cuenta para todos los públicos, “aunque las personas muy muy pequeñitas de menos de cuatro años se ponen nerviosas conmigo y acabo poniéndome nervioso yo también. Cada público tiene su genialidad. Al público pequeño suelo contar historias donde el ritmo tiene mucha importancia. La historia (y a veces hasta el público) baila acompasada por la voz. Con el mediano todo cabe si está bien colocado y me encanta contar historias con finales sorprendentes o inesperados porque se le llena la cara. Con el público preadolescente y adolescente es todo un reto inicial, y una maravilla cuando se dejan llevar. Les encanta escuchar. Con este público me encanta tender la ropa al sol y ver quién llega a las cuerdas. Con el público joven y adulto el juego es constante”.
En cuanto su opinión de cómo ve el futuro de la narración oral, afirma que en la última década “la narración ha navegado en aguas vivas en las que se han creado muchos espacios para escuchar, han aparecido muchas nuevas voces, hay una red importante de festivales, el gremio se va articulando en asociaciones, desde aquí hay una proyección internacional importante y muchos cruzamos el gran azul para contar y compartir nuestra forma de contar. Ahora creo que entramos ante un remanso, que espero sea pequeño”. Aunque también puntualiza los diversos festivales ya asentados que desaparecían el pasado 2008 como los de Hellín, Gijón o Madrid. “Sólo espero que desde las personas que contamos aprovechemos también para reflexionar, sin tanto ruido, sobre esta profesión para así poder hacerla más grande y poder ofrecer a un público, por suerte cada vez más exigente, más y mejores historias”.

Errata
- Llueve a mares.
- ¿Amares? -preguntó abriendo los ojos.
- Si, si, a mares. Nunca había visto algo así...
No le dio tiempo a escuchar del todo la frase. Ya se estaba poniendo la gabardina y cogiendo el paraguas para recorrer la noche, bajo la lluvia, buscando si alguno de esos “amares” llevaba su nombre escrito.

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